ODA A LA FUMATRICE

¿Quién vendrá a tomar en serio un recuerdo añejo, una historia inconsistente que, quizá, no es el verdadero motivo que reúne las palabras? ¿Qué clase de experto querrá examinar un brazo herido, una mente aturdida que oculten un significado?¿Por qué las cosas sólo pueden nombrarse cuando ya están marchitas y ocupan el lugar que ha sido llenado por una nueva historia?
Cuando miré a Giacomo aquella noche de 1990, vi la espalda del centinela que ha estado velando al sonámbulo y el manto del repudio comenzó a cubrirme por completo.Supe que los personajes desaparecerían y que en el espacio de ambos una voz ajena se adueñaría de todo y trataría de copiar alguna historia perdida para gobernarla a sus anchas, mientras el sonámbulo permanecía en la calle larga y el centinela se esfumaba en la inocencia de un ser a quien se ha querido apresar en la mentira de una intención perversa y en la banalidad de unos episodios que, ni con mucho esfuerzo, habrían podido convertirse en una historia de amor...